Roguemos al Señor - últimas reflexiones

Aldila - Oficial

lunes, 1 de septiembre de 2008

Reflexión: Lc 4,16-30

Evangelio: Lc 4,16-30

De veras me preocupa ser uno más de aquellos que viéndolo y oyéndolo no lo pueda reconocer. Ninguno puede entender aquello de “Hoy se cumple esta escritura”. Él es el Salvador, el Mesías anunciado por los profetas y está entre nosotros. Pero no lo aceptamos, queremos pruebas, muestras de su poder, como las que dio en otro tiempo y lugar. Nos falta Fe. No nos sentimos de los suyos, de los que Él quiere. Nosotros también necesitamos pruebas.

Veamos, tratemos de entender. Jesús está en su pueblo, con su gente, en su templo y todos esperan ansiosos por lo que dirá y hará. Habiendo oído todo lo que había hecho en los pueblos alrededor, se preguntaban cómo sería acá. Pero Jesús, en lugar de hacer aquello que todos esperaban dice que la profecía leída se ha cumplido y que el Espíritu del Señor está con Él y da a conocer la Misión para la que ha sido enviado. Es claro que no los va a complacer. Porque los quiere, porque los conoce, comparte con ellos lo más íntimo, lo más grande. Su Misión va más allá del gesto efectista que todos pedimos. No ha venido a hacer un show y mucho menos lo hará con aquellos que conoce desde niño, entre los que seguramente había muchos y muy queridos amigos.

No se trata de ir mostrando y demostrando su poder, porque no está en esta demostración nuestra salvación. Si así fuera, ya hubiera transformado el mundo con un solo chasquido de sus dedos. Pero no se trata de eso. No es magia lo que ha venido a hacer. No se trata de un truco, porque entonces nada tendría sentido, seríamos títeres, muñecos. ¡Pero no! Él sabe, porque Él mismo nos lo revela, que somos hijos del Padre y con la dignidad que nos da esta extraordinaria filiación, somos libres de elegir aquello que Cristo nos propone, es decir, nuestra salvación o nuestra perdición. Somos libres para construir o para destruir. Somos LIBRES. Podemos elegir amar y entonces construir; o cerrarnos en nuestro egoísmo y destruirnos, buscando egoístamente nuestra propia salvación.

Vale la pena transcribir las palabras que usa el Señor:

“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista; para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de Gracia del Señor”

¿Y qué respuesta le damos? Será la misma que le deparó la gente de su pueblo, que casi lo echa por el barranco.
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Señor, danos lucidez para entender tu mensaje y fe para aplicarlo en nuestras vidas.

Roguemos al Señor…
Te lo pedimos Señor

(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)

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