Roguemos al Señor - últimas reflexiones

Aldila - Oficial

martes, 12 de mayo de 2009

Reflexión: Jn 14,27-31a

Jn 14,27-31a

Hoy me llama especialmente la atención la mención que Cristo hace del Príncipe del mundo, que no tiene ningún poder sobre Él. Sin embargo es importante recordar que existe y que es un Homicida y mentiroso. Conociendo nuestras debilidades, busca engañarnos a cada paso. Le molesta que nos acerquemos al Señor y emplea mil argucias para alejarnos, al extremo que cuando más cerca creemos estar podemos encontrarnos, por el contrario, tan distantes. Solo así se explica la maldad que hay en el mundo, disfrazada de generosidad y benevolencia. No soy quien para juzgar, pero lo encontramos a cada nada y por eso, más vale estar en guardia.

No debemos temerle, porque como bien nos dice Cristo, quien guarda sus mandamientos y le ama, Él y Dios Padre harán morada en el, pues quien ama a Cristo ama a Dios y en ello encuentra Dios Padre su gloria.

Cristo no muere en la cruz por obra del mal, no es el mal el que lo ha vencido. Todo lo contrario. Tal como nos lo dice: “pero ha de saber el mundo que amo al Padre y que obro según el Padre me ha ordenado”. Es cumpliendo las órdenes de Dios Padre que Jesús llega hasta el extremo de dar su vida por nosotros. Es que su Voluntad es salvarnos y sólo puede hacerlo mostrándonos que es posible.

Dios nos quiere libres; no nos quiere esclavos de nada, ni por nada. Es preciso que Él muera en la cruz para que quedemos convencidos que hay una opción. No nos olvidemos que no solamente muere. No podemos quedarnos en su muerte…Muere y ¡Resucita! En eso consiste nuestra salvación. El Señor, Rey de reyes ha vencido al mundo. No hay ley que se le pueda imponer, ni nada que lo pueda someter…él es superior; él Es.



Oremos:

Señor mío Jesucristo, que siempre opte por ti. Que no me deje acobardar ni amedrentar por el maldito homicida y mentiroso demonio. ¡Que siempre camine en Tú luz!

Purifícame, sáname, sálvame...Mándame ir a Ti



Roguemos al Señor…

Te lo pedimos Señor.
(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)

Reflexión: Jn 14,21-26


No siempre son claras para nosotros las tres personas de la Trinidad. En este texto por boca del Señor las conocemos a las tres, distinguiendo la forma en que participan en el Plan de Salvación. Solamente conocemos y sabemos del Padre por el Hijo. El nos enseña lo que el Padre ha dispuesto, esto es: “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él.”

Como Dios es uno y trino, nosotros estamos llamados a participar de esa unión por Cristo. Él nos abre las puertas para formar parte en esa comunidad Divina. Debemos amarle, lo que sólo puede manifestarse con hechos: tener y guardar sus mandamientos. ¿Por qué tenemos la cabeza llena de tantas cosas? ¿Por qué nos andamos atormentando por el dinero? ¿Por qué andamos atesorando o anhelando riquezas que nos den comodidad, que nos permitan ostentar y hasta despilfarrar, cuando UNA SOLA COSA ES IMPORTANTE?

Recordemos aquél pasaje de Marta y María que nos narra el evangelio de Lucas (Lc 10, 40-42): “mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.» Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.»”



Oremos:

Dios, permítenos escoger la mejor parte, aquella que realmente es importante. Que si algo nos quite el sueño sea amarte más.

Que nos ocupemos de aliviar a nuestros hermanos, de atenderles y servirles, antes que dolernos y quejarnos de lo poco que tenemos, de lo poco que somos, antes de dolernos de nuestra pobreza, que en realidad es riqueza, si la comparamos con los miles y millones que no tiene qué comer HOY.

Danos un corazón sensible y voluntad para hacer lo que debemos ¡siempre!

Ilumínanos y fortalécenos con tu Espíritu.


Roguemos al Señor…

Te lo pedimos Señor.
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domingo, 10 de mayo de 2009

Reflexión: Jn 15,1-8

Jn 15,1-8

Creo que tendríamos que empezar a leer este evangelio por el final. ¿Qué quiere Dios Padre de nosotros? Pues que demos mucho fruto; que lo demos en abundancia. Dicho en las palabras de Cristo: “La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos”.

Esto que es tan simple, no lo llegamos a entender. Dios Padre quiere que demos frutos y frutos en abundancia…Pero no contento con este deseo, se compromete con nosotros en esta misión. La verdad es que sólo falta que nosotros también queramos, tanto como Él dar fruto. Basta que queramos, nos dispongamos…demos el primer paso, el resto nos lo facilita Él. Claro, es que nosotros tenemos que hacer algo; alguna señal tenemos que dar. Tenemos que hacernos disponibles. Tenemos que decir Ok, ponernos en la actitud adecuada y dar los primeros pasos. Como en la pesca milagrosa, debemos tirar la red donde Él nos indique. Tenemos que coger la red y tirarla, donde el nos indique. Es obvio que si no cogemos la red, ni la tiramos; o si la cogemos y la tiramos a otro lado, por necios, por tontos, no cogeremos nada. Pero si hacemos lo que Él nos dice ponemos nuestro esfuerzo en la dirección correcta, Él nos dará en abundancia.

Como cuando con cinco panes y dos peces alimentó hasta saciarte a más de cinco mil y todavía sobraron varios canastos con los trozos de pan y pescado. El Señor nos pide que pongamos algo de nuestra parte. Basta ese algo, para asegurar una cosecha abundante.

No hay lugar ni momento en que deje de recordarlo. Al que da más, más se le da; pero al que se guarda mezquinamente para sí lo poco que tiene, hasta ese podo ce le quitará. Hoy nos lo recuerda cuando dice: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto.” Es que Dios Padre quiere que demos fruto y que lo demos en abundancia…¡Ojo con estas palabras! Si estamos con Él, estamos en el mejor equipo; tenemos la ganancia asegurada. Sólo tenemos que participar y hacer nuestro mejor esfuerzo. Si así lo hacemos, Él viene, nos poda, nos limpia, para que demos más fruto.

¡Tenemos que permanecer en Cristo! ¡Sin Él no somos nada! ¡Con Él todo lo podemos! ¡Seamos sensatos! Dios Padre sólo quiere nuestro bien, solo quiere que seamos felices. Seremos felices si hacemos lo que Dios nos dice. ¿Y cómo sabemos esto? Porque para eso ha venido Cristo al Mundo, para revelarnos la voluntad del Padre. Si nosotros oímos lo que Cristo nos dice, si creemos en Él y permanecemos en Él, daremos mucho fruto y con ello estaremos glorificando a Dios Padre.



Oremos:

Padre Santo, danos una ñisca de entendimiento para comprender esto que nos ha revelado tu Hijo Jesús. Danos Fe para creerle, seguirle y hacer lo que nos diga.

¡Queremos dar fruto en abundancia! ¡Dinos donde debemos tirar la red!



Roguemos al Señor…

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sábado, 9 de mayo de 2009

Reflexión: Jn 14,7-14

Jn 14,7-14

El Señor no se cansa de pedirnos insistentemente Fe. Creer en Él, al menos por lo que Él hace, por sus obras. Creer que Él ha sido enviado por el Padre y que quien lo conoce al Él conoce al Padre. De allí que no podamos encontrar mejor ocupación que dedicarnos a conocerle. Conocer y creer son las condiciones para entrar en el Reino. Entonces podremos hacer sus obras y mayores aún.

Estas son las promesas de Jesús que debían mover nuestro corazón, nuestra inteligencia y nuestra voluntad. ¡Qué mejor tesoro! ¡Qué mejor aliado! ¡Qué mejor garantía! Tenemos todos los pases, todas las credenciales…no hay puerta que no se abra, camino que no se allane, corazón que no se alegre, inteligencia que no se ilumine, espíritu que no se exalte si obramos en su nombre. Todo está en empezar. Creer y dar el primer paso, el resto dejémoslo en sus manos, que Él sabrá guiarnos y llevarnos al lugar que nos tiene preparado desde siempre.

Vamos, caminemos alegres, gozosos, porque Dios está con nosotros y si le tenemos, nada nos falta.


Oremos:

Cristo, Jesús, ayúdame a entender que en Ti tenemos el mejor aliado, la mejor garantía. Que no hay nada que pueda impedir que cumpla con mi misión, que no es otra que la tuya. Condúceme, guíame, hazme un instrumento de tu fe, que sea ella creciente en mí y pueda iluminar a mis hermanos.

Concédenos la paz y la alegría, para llevar siempre tu mensaje de esperanza, sobre todo a los más afligidos.

Danos en abundancia, para compartir en abundancia.



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viernes, 8 de mayo de 2009

Reflexión: Jn 14,1-6

Jn 14,1-6

Fácilmente nos olvidamos cuál es el sentido de la Vida, cuál debe ser nuestro camino, por donde debemos andar. El Señor nos lo recuerda. Solo hay un destino: “La casa de mi Padre”. Sólo un Camino, Jesucristo.

Las palabras son muy claras. El asunto está en creerle y seguirle o rechazarlo. No hay nada más que esas dos posibilidades. Si le creemos, hemos de manifestarlo siguiéndolo…De otro modo, ¿cómo podríamos explicarlo? Creo, pero no te sigo, sería una incongruencia…no tendría sentido.

Hay un solo Puente, una sola Puerta y ese es Cristo. No hay otra forma de llegar al Padre que pasando por Cristo. Solo Él nos conduce al Padre y con Él a la felicidad, a la Vida Eterna. Sólo Él es el Norte. Solo Él es Vida. ¿Lo creo?

¿Responde mi vida a esta confesión? ¿Soy coherente? ¿Es que no entiendo o quizás, que no quiero entender? Qué puedo decir. ¿Tengo precisadas las prioridades en mi vida? ¿Vivo conforme a lo que proclamo y creo? ¿Soy incoherente? ¿No entiendo el evangelio? ¿Qué parte no me queda clara? ¿El amor?

“No hay amor más grande que el que entrega la vida por sus amigos”. ¿Necesito mayores referencias, mayores pistas, mayores explicaciones? ¿Qué es lo más importante? “Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe… Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha.” (I Corintios 13).

Tengo el Programa, tengo el Plan entre mis manos…¿Qué voy a hacer?


Oremos:

Señor, dame fe para realmente creerte y FORTALEZA, valentía y decisión para seguirte. Quiero seguirte cada día de mi vida, a cada paso, cada segundo. ¡Que no respire si nos es por Ti y para Ti!

Sé que no llego a Ti si no es por mis hermanos…¡Haz que te vea a Ti en cada uno de ellos! ¡Que no me olvide jamás de la caridad!


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jueves, 7 de mayo de 2009

Reflexión: Jn 13,16-20

Jn 13,16-20

Jesús nos aclara que Él y el Padre en realidad son el mismo Dios. No es más uno que otro y quien recibe a Cristo, recibe al Padre. Cristo ha venido a Salvarnos por orden del Padre. Así, lo que Él nos dice, lo que Él hace es por bien nuestro y por disposición de Dios. Lo más importante, en donde radica nuestra salvación es en que CREAMOS.

Es tan importante creer y que lo que creemos se manifieste en nuestra vida misma, que incluso nos anticipa la traición de Judas con estas palabras: “Sabiendo esto, dichosos seréis si lo cumplís. No me refiero a todos vosotros; yo conozco a los que he elegido; pero tiene que cumplirse la Escritura: El que come mi pan ha alzado contra mí su talón. Os lo digo desde ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, creáis que Yo Soy.”

Estas palabras encierran un gran misterio y también una revelación. Algo que constituye una constante en los evangelios. Del mismo modo en que Jesucristo recibe el poder del Padre, nos lo confiere a quienes envía. Aquí hay un asunto clave en el que creo debemos meditar. Jesucristo nos ha dado su poder, el mismo poder que ha recibido de Dios, a quienes Él Envía. ¡Dios, queremos encontrarnos entre los escogidos!


Oremos:

No puedo encontrar mejor oración hoy que suplicarte encontrarme entre los escogidos, para convertirme como Tú en comida y bebida, para todos mis hermanos, para toda la humanidad…allí donde Tú me envíes. ¡Mándame ya!


Roguemos al Señor…

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miércoles, 6 de mayo de 2009

Reflexión: Jn 12,44-50

Jn 12,44-50

Padre, Hijo y Espíritu Santo son la tres personas del Único Dios Verdadero. Jesucristo, con toda autoridad nos hace notar que Él no habla por Sí, que lo que nos transmite es la Palabra de Dios. Que es Dios Padre el que le ha enviado para que nos de Su mensaje. Que no hay forma de conocer al Padre, sino a través de Hijo y que, por tanto quien conoce al Hijo conoce al Padre. Se puede decir que alguien conoce a Cristo, si hace su palabra. Es el hacer, el guardar su palabra, el obrar cristianamente lo que nos distingue, no el mucho hablar y razonar. “Por sus obras los conoceréis”.

Al que me parece sumamente importante en este mensaje es que Jesús es la Luz que ha venido al mundo para que no andemos en tinieblas, para iluminarnos y mostrarnos el Camino, en buena cuenta para Salvarnos, no para condenarnos. Hay aquí una diferencia fundamental que debemos destacar. La obra de Dios es POSITIVA, constructiva. Se nos pide GUARDAR AU PALABRA. Creer y hacer lo que Él nos dice, porque lo que nos revela es por mandato del mismísimo Dios.

Nadie nos juzga y no es para eso que ha venido Jesús. Él pone la luz, ilumina y nos saca de las tinieblas. Él es la Verdad, el Camino y la Vida. Nosotros somos libres de optar por las palabras de Dios y seguir su mandato que es de Vida Eterna o rechazarlo…Y ahí está nuestro juicio. Somos nosotros mismos los que nos condenamos.

No puede haber mejor propuesta para el mundo, para la humanidad entera y por supuesto que para mí, que la que Cristo nos trae, porque es la que Dios mismo, nuestro Padre le ha encomendado. Está en nosotros el aceptarla y seguirla. Seremos unos necios si no hacemos lo que DIOS nos propone, si no le creemos…si más bien, nosotros le juzgamos y rechazamos…¿quién juzga?



Oremos:

Padre Santo, danos la fe necesaria…acreciéntala día a día en nosotros, para seguirte. Para que no haya otra razón, otro motivo en nuestras vidas que hacer lo que tú nos ordenas a través de tu Hijo Jesucristo y nuestra Santa Madre Iglesia fundada por Él.

Danos un corazón puro, grande, transparente…para amara a todo el mundo y dar a cada quien lo que necesita. Haznos sensibles al dolor, el sufrimiento y la pobreza.


Roguemos al Señor…

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martes, 5 de mayo de 2009

Reflexión: Jn 10,22-30

Jn 10,22-30

Nos carcome la impaciencia, no aguantamos más y como los judíos, queremos que el Señor se manifieste de una vez, tal como nosotros queremos, con la idea que nos hemos forjado interiormente. Es que no le conocemos y pretendemos un Cristo que nos muestre su poder, que nos muestre de una vez cuan poderoso es, resolviendo nuestros problemas, nuestras dudas y manifestándose de tal modo en nuestra vida, que sea contundente para que sin dudas podamos decir, orgullosos, satisfechos, triunfantes, este es nuestro Dios, el Dios en el que creemos…Miren, deposité mi fe en Él, creí en Él y vean, cómo ha obrado lo que esperaba, lo que quería, lo que le pedí. ¿No es esto lo que queremos? ¿No es esto lo que esperamos? ¿No es que con cierta decepción y llenos de dudas nos alejamos de Él, porque no ha obrado lo que nosotros queríamos, lo que esperábamos, lo que queríamos?

Por fin…¿Creemos o no creemos en Dios? ¿Creemos o no creemos en Jesucristo, el Hijo de Dios, enviado por nuestro Padre para Salvarnos? ¿Creemos que Él vino al mundo para redimirnos de nuestros pecados y Salvarnos? ¿Creemos en Él? ¿Creemos que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios? ¿Qué quiere decir esto? ¿Lo hemos comprendido en realidad? ¿Hemos comprendido que Dios es nuestro Padre?

¿O es que más bien creemos en un Dios semejante a nosotros, creado en realidad por nuestra imaginación, del que esperamos fervientemente haga nuestra voluntad? ¿Somos nosotros los que pretendemos señalarle el Camino? ¿Somos nosotros los que habremos de decirle por donde ir y cómo hacer las cosas? ¿No nos está faltando humildad, tanta que pretendemos enmendarle la plana y que ponemos ello como condición para creerle, para seguirle?

Por fin…¿Es nuestro pastor y nos guía por donde debemos ir, procurando lo que más nos conviene, dándonos lo que su infinita bondad y su corazón han visto por más conveniente para nosotros? ¿O pretendemos más bien erigirnos en su pastor y decir que es lo que conviene y qué no?


Oremos:

Padre Santo, danos humildad y sabiduría para entender tus designios, para comprender tu voluntad en nuestras vidas, para adherirnos a Ti, y seguirte con Fe, sabiendo que Tú solo haz de querer lo mejor para nosotros en cada momento, sea que lo podamos comprender o no. Que pongamos los medios para que se haga Tú Voluntad.


Roguemos al Señor…

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lunes, 4 de mayo de 2009

Reflexión: Jn 10,1-10

Jn 10,1-10

El Señor es la puerta del redil: “Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto”. Esta es una figura nueva y distinta, sin embargo es muy clara. Hay que entrar por Jesús en el Reino. Él es la única puerta y ha venido para darnos vida en abundancia.

Él ha venido por nosotros, sus ovejas. Sabemos que si entramos a través de Él, encontraremos pasto en abundancia. ¿Cómo hacer para entrar a través de Él? ¿Cómo reconocerle? ¿Cómo asegurarnos que no nos equivocamos?

Para pasar por esta puerta, primero hay que ser de los suyos. Si eres de los suyos, reconoces su voz. Su Palabra te atrae, la distingues, como Él a ti y lo sigues, confiadamente a donde dispone, a donde va, sabiendo que Él te dará lo que necesitas, que Él da la vida por ti y que para eso ha venido al mundo.

No nos dejemos engañar por los que pretenden entrar por otro lado. Sólo el que entra por la puerta es el pastor y nos llama a cada uno por nuestro nombre. Él va por delante; nosotros le seguimos.



Oremos:

Señor nuestro, haznos dóciles seguidores tuyos, confiando plenamente en tu palabra y en que tu nos darás la vida eterna. No permitas que seamos confundidos por otras voces que prometen y prometen, pero no tienen la capacidad, ni la intención de conducirnos por donde sólo Tú puedes llevarnos, hacia el Padre.


Roguemos al Señor…

Te lo pedimos Señor.
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domingo, 3 de mayo de 2009

Reflexión: Jn 10,11-18


El Señor ha venido por todos, los que pertenecen a su rebaño y los que están fuera. A todos los reunirá en un solo rebaño, con un solo pastor. Para esto ha venido. Esta es su misión y es por eso que el Padre lo ama, porque da libremente su vida por el rebaño.

¡Qué relación tan fuerte y estrecha establece Jesús con nosotros! Somos su rebaño y le interesamos todos; no sólo los de adentro, sino también los que están afuera. No es un asalariado, es el propietario. Y, reunir a todas las ovejas en un solo rebaño es la orden que ha recibido del Padre.

Esta es la misión de Cristo y es a la que habremos de contribuir si oímos su Palabra, la entendemos y la ponemos en práctica. La voluntad del Padre es que seamos un solo rebaño y sigamos a un único pastor, Jesús. A ello habremos de dedicar nuestras vidas, del mismo modo que Cristo da su vida por sus ovejas. Estamos llamados a ser uno con Cristo y con todos nuestros hermanos. Debemos acoger, atraer…Y si no podemos por nuestros propios medios, entendiendo que esta es una misión divina, debemos pedir, implorar la ayuda divina. Para esto es la oración, para esto la eucaristía. Oremos, pidamos, que no seamos como lobos, y mucho menos como asalariados. Que nos entreguemos completamente a esta misión, como lo hace Cristo, poniendo toda nuestra vida en juego.


Oremos:

Señor te pedimos que nos hagas dignos seguidores tuyos, que colaboremos en tu Misión, invitando, siguiendo, atrayendo a todas las ovejas al rebaño. Que ninguna se pierda por nuestra causa, antes bien, que atraigamos las de fuera del redil también.


Roguemos al Señor…

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sábado, 2 de mayo de 2009

Reflexión: Jn 6,60-69

Jn 6,60-69

Qué momento difícil. El Señor no trata de dorarnos la píldora. Él nos presenta las cosas como son. Somos nosotros los que queremos seguirle, pero sin el sacrificio, sin la radicalidad que Él exige y así es imposible. No se puede servir a dos señores. De allí la pregunta: “¿También vosotros queréis marcharos?”

En otro momento el Señor nos dirá, el que pone la mano en el arado y mira atrás, ese no sirve para el Reino. El Señor exige decisiones, firmeza, coherencia y valentía. Es preciso comer su carne y beber su sangre si queremos entrar en el Reino de los Cielos. Si queremos contarnos entre sus seguidores. No es fácil, por eso debemos pedir al Padre esta Gracia. Es sólo con su apoyo, con su ayuda que podremos lograrlo. No es una misión que podamos dejarla librada a nuestras fuerzas, a nuestra capacidad, a nuestras flaquezas.

Ante la exigencia del Señor, muchos nos sentimos desanimados y tentados a dejarle. Es más, muchos le dejamos. No estamos dispuestos a aceptar el sacrificio. Queremos la gloria, sin pasar por la cruz. Pero la verdad es que ni eso se nos pide, porque este sacrificio ha sido realizado por Él para salvarnos. Sólo se nos pide perseverancia, humildad, generosidad, sinceridad, disponibilidad…Aceptar y reconocer que sin Él nada somos y que para eso nos ofrece su cuerpo y sangre, para alimentarnos, para fortalecernos. Sólo se nos pide firmeza, decisión…Fe. Dar el primer paso. Creer en Él y seguirlo.



Oremos:

Señor danos fe para seguirte, para no flaquear, para no dudar. Danos entereza, constancia, perseverancia.

Aparate de nosotros toda soberbia, sabiendo que no iremos a Ti sin tu ayuda, sin ayuda del Padre. Haznos constantes en la oración.


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viernes, 1 de mayo de 2009

Reflexión: Jn 6,52-59


Es preciso hacernos uno con Cristo; comer su carne y beber su sangre para tener vida eterna. Es más, si no comemos su cuerpo ni bebemos su sangre no tendremos vida en nosotros. Este es un misterio muy grande y trascendente sobre el cual debemos meditar. No es tan sencillo como a veces imaginamos. Debemos participar de la Eucaristía si queremos tener vida. No se trata de un complemento, de un elemento secundario o uno más, que podemos tomar o dejar de tomar. Cristo nos ofrece hacernos partícipe de su vida, darnos la vida por Él. Pone una sola condición imprescindible, comer su carne y beber su sangre.

Comer su carne y beber su sangre es una condición, esto es algo sobre lo que debemos pedir luz. Reflexionar sobre este misterio, aceptar su Palabra y obrar en consecuencia. Como el Padre ha enviado al Hijo, así el nos envía. Como Él vive por el Padre, nosotros viviremos por Él. ¿Cuál es su carne y su sangre que habremos de comer y beber para vivir por Él?

Es hacer Su voluntad, es oír su Palabra y ponerla en práctica. Es comulgar frecuentemente, pues la comunión es la forma en la que se nos presenta Jesús como alimento. Sólo si participamos de ella, solo si comemos Su carne y babemos Su sangre, viviremos, pensaremos, hablaremos y actuaremos como Él. Solo así alcanzaremos la Vida Eterna. Este es uno de los más grandes misterios, pero al mismo tiempo es el milagro más grande. Jesús se nos da como alimento para fortalecernos y para darnos vida, la Vida Verdadera.

¿Cómo podemos rechazarlo? ¿Cómo podemos abstenernos? ¿Cómo podemos postergarlo? ¿Cómo podemos permanecer por períodos arbitrariamente prolongados sin participar de la comunión, sin amenazar nuestra propia subsistencia? ¿Cuánto tiempo podemos permanecer sin comer ni beber?...Un día, dos días, tres…¿Y cómo es que pretendemos tener Vida por Cristo, si no comemos su cuerpo y sangre, tal como el nos lo ha ofrecido…es decir como alimento?



Oremos:

Señor nuestro, ayúdanos a comprender que sin Ti no somos nada, que te necesitamos para poder Vivir; que no podemos pretender acercarnos a ti y sobre vivir, si no comemos tu carne y bebemos tu sangre, Verdadera comida y Verdadera bebida.


Roguemos al Señor…

Te lo pedimos Señor.
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Reflexiones de HOY